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Identificación Errónea

La víctima de un robo sabe que el perpetrador tiene un tatuaje en el lado izquierdo del cuello. La policía mostró esta rueda de fotografías a la víctima y eligió la foto número 2, un hombre inocente. El resto de las personas fueron elegidas al azar por la policía como ‘rellenos’ y sin ser parte de la investigación criminal.

La identificación errónea o equívoca que hace el testigo es la causa principal de las condenas erradas a escala nacional, jugando un papel en más del 75% de las sentencias anuladas mediante el análisis de ADN.

Aunque el testimonio de un testigo presencial de un hecho puede ser muy persuasivo frente a un juez o un jurado, treinta años de estudios en ciencias sociales han probado que la identificación que hace un testigo es a menudo poco fiable. Los estudios muestran que la mente humana no es como una videograbadora; nosotros no grabamos los eventos tan precisos como los vemos, ni los recordamos como un casete de cinta que se ha rebobinado. En realidad, la memoria del testigo es como cualquier otra evidencia en una escena de crimen: tiene que ser preservada y recuperada con mucho cuidado, de lo contrario, se puede contaminar.

Cuando los testigos presenciales no lo hacen bien.

En base a un estudio de un gran número de casos de inocencia, el ADN ha probado lo que los científicos ya saben —que la identificación que hace un testigo presencial generalmente es inexacta. Las circunstancias varían de caso en caso, sin embargo, los jueces y jurados dependieron totalmente de un testimonio que pudo haber sido más preciso si se hubieren implementado reformas legales avaladas por los científicos. Las clínicas que trabajaron en estos casos identificaron lo siguiente:

  • Un testigo realizó una identificación mientras éste se encontraba en la parte trasera de un vehículo de la policía a varios cientos de metros de distancia del sospechoso en un estacionamiento con escasa iluminación durante la noche.
  • Un testigo de una violación le fue mostrado una serie de fotos en donde solo una de ellas, marcada con la letra «V», mostraba a la persona que la policía sospechaba de haber cometido la violación.
  • Testigos que cambiaron de gran manera la descripción del autor del delito (incluyendo información importante como la altura, peso y presencia de vello facial) después de haber tenido conocimiento de un sospechoso en particular.
  • Testigos que solamente realizaron una identificación después de haber visto un gran número de fotos o ruedas de sospechosos —y posteriormente dudaron en la identificación (al mencionar que ellos ‘creyeron’ que esa persona ‘pudo haber sido’ el perpetrador, por ejemplo), pero durante el juicio se le dijo al juez y/o al jurado que los testigos jamás dudaron al identificar al sospechoso.

Factores que impactan la exactitud de las identificaciones.

Investigadores destacados en ciencias sociales han identificado dos categorías principales que influyen en la identificación que hace un testigo: variables a estimar y variables del sistema.

Las variables a estimar son aquellas que no pueden ser controladas por el sistema de justicia penal. Incluyen factores simples como por ejemplo la iluminación al momento en que se realizó el crimen o la distancia de donde el testigo vio al sospechoso. Estas variables también incluyen factores más complejos incluyendo la raza (se ha demostrado que las identificaciones son menos precisas cuando los testigos están identificando a personas de otra raza), la presencia de un arma al momento de la comisión de un delito y el grado de estrés o trauma que experimenta el testigo mientras observa al perpetrador.

Las variables del sistema son aquellas que el sistema de justicia penal puede y debe controlar. Incluyen todas las formas en que las agencias de la policía adquieren y graban la memoria del testigo, tales como ruedas de sospechosos, serie de fotografías y otros procedimientos de identificación. Los factores que influyen considerablemente la precisión de las identificaciones incluye el tipo de ruedas o alineación de sospechosos utilizadas, la selección de ‘rellenos’ o ‘cebos’ (miembros de una rueda o personas en fotografías que no son el verdadero sospechoso), administración ciega, descripciones del sospechoso previas al procedimiento de identificación, administración de las ruedas o fotografías, y la comunicación con los testigos después de haber realizado la identificación.

Décadas de evidencia científica sólida respaldan una reforma.

Desde finales del año 1800, los expertos ya sostenían que la identificación realizada por testigos presenciales era susceptible de error, y que un estudio científico llevarían a realizar reformas en los procedimientos de identificación. En 1907, Hugo Munsterberg publicó el libro titulado «On the Witness Stand» en el cual cuestionó la fiabilidad de la identificación realizada por testigos oculares. Cuando Edwin Borchard, profesor de derecho de la universidad de Yale, estudió 65 casos de condenas erradas para su obra maestra de 1932, «Convicting the Innocent», encontró que el error en la identificación realizada por los testigos era la causa principal de las condenas erradas.